Denominación de origen

 


Me dicen que mi amigo Raúl Camargo lo definió como "El primer longametraje". Le voy a tener que preguntar si fue así.

Las buenas películas son aquellas que no solo te sumergen en un mundo sino que también te agarran de la nariz y te zarandean de un lado a otro sin que puedas soltarte, sin importar tanto su temática. "Denominación de Origen" es una de estas.

Con una línea muy borrosa entre ficción y documental la película de Alzamora nos guía con habilidad en las aventuras de un grupo de activistas que pretenden lograr la denominación de origen para la longaniza de San Carlos, región del Ñuble. Al principio pareciera que el tema puede parecer absurdo o ser tomado para bromas e incluso burlas para con la comunidad sancarlina pero muy luego entendemos que es un asunto serio, de identidad. Y así, oscilamos entre la risa, la compasión, la esperanza y la tristeza. Comprendemos la lucha cultural entre San Carlos y Chillán y no demoramos un segundo en ponernos la camiseta de la localidad natal de Violeta Parra y Los Ángeles Negros.

Bien iluminada, con excelente sonido (algo difícil de lograr en grabaciones en locaciones reales) y actuaciones de primer nivel (el casting es simplemente notable, se agradece no ver a las estrellas de teleserie) y un montaje preciso, esta película posee además un gran mérito que parece ser obvio pero no tienen todos los filmes: empieza donde tiene que empezar y termina donde debe terminar. Como toda buena longaniza (O como dice un refrán alemán: Todo tiene un final excepto la longaniza, que tiene dos). Y en el camino desarrolla el tema hasta que lo agota en una conclusión y un gran final. Nada queda a medias, nada sobra. Y Alzamora es hábil en mostrarnos las costuras del filme (tomas fallidas, técnicos que aparecen fugazmente en cámara). De hecho, mucha gente la ha visto como una declaración de amor al cine, y tiene mucho de eso.

Los economistas de redes sociales, especies tan en boga últimamente, siempre han despreciado al arte y la cultura por considerarlo un derroche de recursos que no genera ganancias (lo que es falso), pero no creo equivocarme si digo que este filme va a implicar un impulso importante a la industria longanicera de San Carlos. Si no es ahora, lo será a largo plazo.

El microcosmos que muestra la película está poblado por gente como nosotros, con nuestras virtudes y nuestras miserias. Todos somos los activistas que luchan por la denominación de origen de la longaniza sancarlina. Todos somos San Carlos, todos somos los longaniceros de San Carlos. Chile somos los longaniceros de San Carlos discutiendo en una comida.

Acá el trailer de la película.

Comentarios

Entradas populares