EL ALMIRANTE
Valparaíso, abril de 1903. Estalla una huelga de los estibadores de la Pacific Steam Navigation Company solicitando un aumento de sueldo y reducción de la jornada de doce horas. El gerente de la compañía inglesa, J. W. Sharpe, intenta resolver el problema a la manera de entonces, contratando rompehuelgas. El presidente Germán Riesco, siempre preocupado de proteger a las PYMES, declara el estado de sitio y llama al jefe de plaza, contraalmirante Arturo Fernández Vial para que disuelva el movimiento obrero. En esos años, llamar a las fuerzas armadas para reprimir una huelga significaba disparar primero y no preguntar nunca. Los ingleses ya tomaban palco cuando ocurre algo sorprendente, o tal vez no tanto.
Raimundo Arturo Fernández Vial era ya un marino respetado. Ha ingresado a la armada en 1872. En mayo de 1879, mientras Juan Williams y toda la escuadra chilena se han ido a hacer el loco a El Callao, él se encuentra a bordo de la Esmeralda. Al avistar al Huáscar y la Covadonga, por orden de su comandante, capitán de fragata Arturo Prat, el entonces guardiamarina Fernández es el encargado de clavar la bandera al mástil de la gloriosa corbeta, para que no pudiera ser arriada. Durante el combate se ocuparía de la operación de uno de los cañones. Posteriormente cae prisionero pero en diciembre de ese mismo año es liberado como parte de un canje entre ambos bandos. Participa apoyando desde el mar las batallas de Chorrillos y Miraflores. Durante la guerra civil de 1891, de alguna manera combate por los dos bandos (primero por los congresistas y luego por los balmacedistas) y aparentemente no sufre mayores represalias por ello. Luego prosigue su ascendente carrera naval hasta que llegamos a abril de 1903.
Durante su estancia en Valparaíso, Fernández Vial se ha destacado por promover el deporte y la creación de clubes, principalmente de obreros. En su condición de presidente honorario de varias de esas asociaciones, se entrevista con los trabajadores en huelga que ya lo conocen y oh, sorpresa, luego se dirige a los patrones ingleses anunciándoles que no va a aplastar ninguna tontera de movimiento pues le parece que las demandas de los obreros son justas. Los ingleses no aceptan ni el petitorio ni la intercesión del contraalmirante. En respuesta, se suman a la huelga los estibadores de la Sud Americana de Vapores, los lancheros, los jornaleros de aduana, los pubs de la subida Ecuador, las chiquillas del Flamingo y los lanzas del cerro Polanco.
Las autoridades, furiosas, destituyen elegantemente a Fernández Vial cambiándolo de cargo. Los obreros exigen su presencia en una comisión mediadora, lo que en un principio es rechazado por los gerentes pero con el puerto paralizado, finalmente lo aceptan; gracias a las negociaciones se reajustan los sueldos, se pagan horas extras y se reduce la jornada laboral. La huelga es un éxito y nadie ha muerto.
Como premio, el almirante Jorge Montt, jefe de la armada de Chile, primero relega y luego encarcela a Fernández Vial en Talcahuano, posteriormente se le entrega la cédula de retiro, haciéndosele pasar a retiro efectivo unos años más tarde. Pero el contraalmirante no se queda tranquilo. Loco, él estuvo frente al Huáscar y le hizo gestos obscenos a la tripulación así que ningún decreto de ningún viejo lo iba a hacer temblar, ni tampoco alega demencia subcortical. Se dedica a la creación de clubes deportivos de organizaciones obreras, así como escuelas y sociedades de temperancia (no tengo idea qué es eso, pero creó varias). Fallece en 1931 y es enterrado con honores de vicealmirante en la cripta de los Héroes de Iquique.
Previo a la huelga señalada más arriba, Fernández Vial ha organizado las Olimpíadas Deportivas de Valparaíso. Allí participó, entre otros, el club Deportivo Ferroviario Internacional de Concepción, integrado por trabajadores de la maestranza de ferrocarriles de dicha ciudad del Bío Bío. Impresionados por la valentía del contraalmirante, en junio de 1903, deciden rebautizar a la institución como Club Deportivo Arturo Fernández Vial. Los colores amarillo y negro se mantienen, pues corresponden a los colores utilizados por todos los equipos ferroviarios del mundo.
Tras más de un siglo de altos y bajos, donde, entre otras historias, durante la dictadura de Daniel López se convirtió en símbolo de la izquierda, el club sufre una profunda crisis, es desafiliado de la ANFP y se prohíbe, según reglamento, que ningún otro equipo pueda usar su nombre, privándosele de un merecido homenaje. Pero aún resuena en algunos recuerdos, aunque muchos no sepan quién fue este caballero Fernández, que jamás fue almirante, un marino que, cuando tuvo que ir con las pelotas por delante lo hizo , y, además, fue amigo de la clase trabajadora.
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