PIÑERICOSAS: VOH DALE

Lo que escribiré a continuación se basa solo en impresiones personales. No tiene otro sustento que lo que se ha publicado en los medios y difundido en redes sociales, no tengo acceso a informantes ni he revisado pautas comunicacionales, por lo tanto debe ser considerado como pura y simple elucubración. Allá vamos:

Durante su primer mandato, Sebastián Piñera se destacó por sus periódicos desatinos, metidas de pata y confusiones verbales. Sus colaboradores y los medios afines (casi todos los medios de comunicación de cobertura nacional) guardaban un piadoso silencio cada vez que Su Excelencia cometía una burrada frente a las cámaras y, muchas veces, para todo el planeta. La serie de furcios, chascarros y errores llegó a tal cantidad que fueron bautizadas "Piñericosas" y el semanario The Clinic sacó un libro que recopiló todos esos momentos.
Pasó el tiempo, vino el gobierno de Michelle Bachelet y a ella no se le perdonó nada pese a que se desenvolvía bastante mejor frente a autoridades de otros países o en situaciones en que la etiqueta requería un mínimo de compostura. Y, como los caminos de la vida no son los que imaginaba no son los que yo creía, Piñera volvió al poder.
Pero había algo distinto.  Recuerdo cuando Piñera hizo una broma racista durante un programa televisivo a Givens Laguerre, ex reguetonero de origen haitiano, los asistentes y el conductor Juan Manuel Astorga solo rieron. En otros países esto le habría costado la carrera (en realidad en cualquier país con cultura cívica Piñera habría desaparecido del mapa político después del caso Kioto pero bueno, Chile). Pasó algo parecido cuando presentó a su gabinete en el Congreso Nacional y se enredó al hablar de una pintura que adornaba el salón donde se encontraban. En ese momento, en vez del respetuoso y helado silencio de su primer mandato, los ministros estallaron en carcajadas. Ahora las Piñericosas eran motivo de risa, no de lástima. Entonces a mí me dejaron de ser graciosas.

Quizá él, Sebastián, o sus asesores, notaron que sus constantes errores lo hacían "humano", "simpático" o "cercano", cualidades que no demostró en sus inicios en la presidencia, entonces le dieron chipe libre. Voh dale. Entonces este, su segundo mandato, ha sido una escalada de chistes machistas, percances y bromas de mal gusto. Escribo estas líneas a fines de julio de 2018 y ayer Piñera, de manera un tanto brusca, le robó un gorro a un feriante en una visita oficial. Y hace unos pocos días él mismo superó su nivel de machismo y mal gusto durante la inauguración de las oficinas de extranjería donde, aprovechando que tenía una tijera en sus manos para cortar la cinta tricolor, le sacó un mechón de pelo a la intendenta Karla Rubilar ante la risa de todos los concurrentes, incluyendo a la misma afectada. Simpático el hombrecito.

En su época de especulador financiero quizá Sebastián Piñera estaba rodeado de Yes Men que celebraban todo su repertorio de tallas y callaban ante sus meteduras de pata. Ahora está expuesto al juicio público pero eso al parecer dejó de importarle, y busca una imagen "simpática" pero solo logra reflejar el alma machista y profundamente ignorante de su sector.

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