No Me Gusta, No
No puedo evitar agregar mi reflexión a los miles de opiniones que se publicarán por estos días.
Yo viví la época del No; pero por mis diecisiete años solo me quedé en el activismo. Marchas, diseño de panfletos (una actividad que me entretenía bastante) y presentaciones musicales con un grupo en el que participaba. Vivimos esos días con bastante escepticismo no solo por la posibilidad cierta que Daniel López desconociera una eventual derrota, sino también porque todo se cumplía según el cronograma y los términos de quienes redactaron la constitución de 1980. La presión nacional e internacional no había dado mayores frutos.
Pero por otro lado, recuerdo esa alegría candorosa y algo ingenua de derrotar a Pinochet en su terreno; aunque perdiendo él siempre iba a ganar. Quizá los "otros hombres" a los que se refirió Allende en su último discurso habrían de verdad intentado cambiar las cosas, y no hubieran sido tan temerosos y pusilánimes al momento de encarar a la dictadura. Pero en ese momento no lo sabíamos.
Solo nos queda el recuerdo de una colorida primavera y la sensación fugaz de que la democracia iba a instalarse en Chile.
Nota al margen: Mucho derechista intenta investir a Daniel López con togas de demócrata por haber entregado el poder voluntariamente, citándolo como un caso único en el mundo. Esto es falso pues la revolución sandinista en Nicaragua y los capitanes sublevados en Portugal (ambos alzamientos armados de izquierda) entregaron el poder y llamaron a elecciones en plazos mucho menores que el impuesto por Pinochet, Guzmán y compañía.
Yo viví la época del No; pero por mis diecisiete años solo me quedé en el activismo. Marchas, diseño de panfletos (una actividad que me entretenía bastante) y presentaciones musicales con un grupo en el que participaba. Vivimos esos días con bastante escepticismo no solo por la posibilidad cierta que Daniel López desconociera una eventual derrota, sino también porque todo se cumplía según el cronograma y los términos de quienes redactaron la constitución de 1980. La presión nacional e internacional no había dado mayores frutos.
Pero por otro lado, recuerdo esa alegría candorosa y algo ingenua de derrotar a Pinochet en su terreno; aunque perdiendo él siempre iba a ganar. Quizá los "otros hombres" a los que se refirió Allende en su último discurso habrían de verdad intentado cambiar las cosas, y no hubieran sido tan temerosos y pusilánimes al momento de encarar a la dictadura. Pero en ese momento no lo sabíamos.
Solo nos queda el recuerdo de una colorida primavera y la sensación fugaz de que la democracia iba a instalarse en Chile.
Nota al margen: Mucho derechista intenta investir a Daniel López con togas de demócrata por haber entregado el poder voluntariamente, citándolo como un caso único en el mundo. Esto es falso pues la revolución sandinista en Nicaragua y los capitanes sublevados en Portugal (ambos alzamientos armados de izquierda) entregaron el poder y llamaron a elecciones en plazos mucho menores que el impuesto por Pinochet, Guzmán y compañía.
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