Anita

Publicado en el sitio CentroSportRadio en 2014.

Para ubicarnos: el famoso “espíritu olímpico” que tanto alaban los periodistas de hoy en día, fue un chamullo inventado por el barón Pierre de Coubertin, para impedir que un atleta ganara dinero por competir. Por lo tanto, sólo podían practicar deportes quienes se daban el lujo de no trabajar. O sea, los ricos. 

Resumiendo: el Espíritu Olímpico fue creado para mantener a los picantes a raya y que no se mezclen con los gentlemen en las higiénicas actividades del sport.

En la primera mitad del siglo XX, por lo tanto, si eras pobre, el deporte no era una opción de vida, por muchas condiciones que tuvieras. Sobre todo en Chile, pero hubo una excepción.

En la década de 1910, el señor Roberto Lizana fue contratado como cuidador de “Club Tennis Riege des Deutschen Turvereins”, propiedad de unos alemanes (obviamente) en Quinta Normal y allí se instaló con su esposa y sus seis hijos. Él veía al estudio como la única salida de la pobreza, así que les prohibió a los niños distraerse con otras cosas, pero en las tardes, al irse los socios, se producía la invasión de los hermanos Lizana en las canchas. Y una de ellas se enamoró del tenis y demostró tener condiciones.

El hermano de Roberto, Aurelio, destacado tenista nacional, le enseñó a Anita Lizana los primeros movimientos con la raqueta. Pronto en el club comenzó a jugar con las hijas de los socios. Les ganó a todas. Luego con los hijos varones. De nuevo, paliza. Después siguieron los adultos, y también se los paseó (todo esto antes de cumplir 10 años). Entre la aristocracia que concurría al Deutschen Turvereins corrió el rumor de una niñita sobresaliente pero, lamentablemente, de origen humilde.

Así, de manera casi clandestina (estaba prohibido por la federación recibir sueldo por jugar), reunieron dinero para poder apoyar a Anita y que se dedicara al tenis. En 1926, con 11 años de edad, gana su primer torneo. Y en 1930 se corona campeona de Chile, en categoría adultos (¡A los 13 años!), y mantendría esta condición hasta 1934.

Al año siguiente, siempre apoyada por colectas de la rancia aristocracia santiaguina, comienza a participar en torneos internacionales. En 1936 llega a cuartos de final en Wimbledon y se le considera la octava mejor tenista del planeta (en esa época no existía el ranking WTA, eran estimaciones de periodistas deportivos).

En 1937 repite el rendimiento en Wimbledon y luego va a disputar el torneo de Forest Hills. El Abierto de Estados Unidos, uno de los torneos del Grand Slam. Sin ceder ningún set, llega a la final el 11 de septiembre de ese año, frente a la favorita, la polaca Jadwiga Jedrzejowska (o algo así) y la derrota 6-4 y 6-2. Hay por ahí una famosa imagen de ella desmayada tras lograr el título.

Para ubicarnos (nuevamente): Es la primera latinoamericana en ganar un Major, y hasta la fecha el único chileno (hombre o mujer) en lograr un título en cualquier torneo de Grand Slam y, además, se le considera la número 1 del mundo; 61 años antes que Marcelo Ríos.

Ante tamaños logros, el presidente Alessandri hace una pausa en sus actividades de masacrar obreros y recibe a Anita con honores en el palacio de La Moneda ante miles de fanáticos, más de medio siglo antes que el Chino y los medallistas olímpicos Massú y González.

Pero todo lo bueno tiene su fin. Anita se casa con Ronald Ellis y, éste, como buen escocés, se espanta por los gastos de lavandería, el precio de las zapatillas y los costos de los viajes, y pone freno a su carrera. Más encima, en 1939 don Adolfo decide que hagamos la guerra y no el amor ni menos el tenis así que se aboca a la tarea de invadir Europa y reducir a Inglaterra a una pila de escombros. Así, todos los torneos europeos se suspenden. “Sin la guerra hubiera ganado Wimbledon”, declaró Anita posteriormente.

Nuestra tenista, radicada en Escocia, se pone a tener hijos (tuvo tres) y participa ocasionalmente en torneos locales.

Tras la guerra vuelve a las canchas, pero sólo por dos años, retirándose en 1947.

Y todo esto lo logró con 1,59 de estatura, en un deporte donde la altura y el largo de brazos es una ventaja. Anita fue de golpes suaves y colocados, con ángulos imposibles y su drop-shot era mortal. 

Si se ríen porque esto fue hace mucho y no tiene mérito, que el tenis de ahora es más difícil ¿por qué en ese entonces no lo logró una tenista de Guatemala o Pakistán? ¿no tiene mérito porque no existía el ranking WTA? No jodan. Como dijo Sergio Livingstone: Siempre ha sido difícil ser campeón, independiente del deporte y la época.

Por último, en 1966 volvió a visitar Chile y fue ovacionada en un Estadio Nacional repleto (además pudo visitar a su familia que, por problemas de dinero, no podía viajar a verla a Escocia).

Siguió viviendo en Inglaterra y falleció en 1994.


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