Juan Sánchez

El boxeador Juan Sánchez Soto comenzó su carrera como amateur, y su primer gran logro fue ganar el Campeonato Nacional Amateur en la categoría Gallo. Eso fue el año 1934. Como al parecer tenía condiciones, compitió en el mismo torneo al año siguiente, y de nuevo los rivales supieron de la fuerza de sus puños, logrando el cetro una vez más. Y en 1936 vuelve a presentarse y nuevamente los reduce a una masa gelatinosa y maloliente, logrando su tercer título.
Ese mismo año nace su hijo y en los años posteriores, Sánchez llega a ser subcampeón latinoamericano de su categoría en dos oportunidades. Nada de mal. Así que se decide a dar el gran salto y se dedica al boxeo profesional, pero su carrera fue de corta duración; peleó diez combates y en el último, ya anunciado su retiro, su hijo estaba en su rincón del ring asistiéndolo, en una velada que los asistentes calificaron de emotiva.
Quizá después, o durante esos años, Sánchez trabajó de cuidador en un gimnasio donde entrenaban, entre otros, Carlos Rendic (“El Loco”, campeón nacional de peso Welter en 1946), Mario Salinas (“El Maestrito”, campeón chileno peso Pluma en 1945), Raúl Carabantes (“El Estilista Valdiviano”, campeón sudamericano peso Pluma en 1935 y Welter 1936, considerado el mejor Welter latinoamericano de su época) y Arturo Godoy (Con decir su nombre basta). Allí también lo acompañaba su pequeño y fue tal vez ahí, mirando a los otros profesionales, que Juan le dio una sabia lección de vida a su pequeño.
“Hijo, si algún día está en problemas, usted pegue primero, un buen combo y asunto arreglado.”
Probablemente no fue así, estoy inventando, quizá se lo dijo en una sobremesa o mientras esperaban micro. Efectivamente se lo dijo y quiero imaginar que fue de alguna de esas formas. Al pequeño le gustaba el box, pero su pasión era el fútbol, y era hincha de Santiago Morning aunque más adelante cambiaría sus colores.
Con los años el chico se revela como un futbolista de los buenos y se convierte en profesional. Don Juan entra a trabajar en el banco de sangre del Hospital Barros Luco, quizá añorándola al haberla visto tantas veces en el rostro de sus rivales.
Años después, el hijo de don Juan se encuentra en un partido importante y de esos para machos, donde se juega mucho y con patadas a la altura de la yugular. El joven desborda por la punta izquierda, el lateral le sale a cerrar, se traban, la pelota queda entre los pies del delantero que cae, el rival comienza a patearlo en el suelo.
“Hijo, si algún día estás en problemas, usted pegue primero, un buen combo y asunto arreglado.”
Leonel Guillermo Sánchez Lineros, hijo del boxeador Juan Sánchez Soto, se incorpora y aplica un gancho de izquierda al mentón del italiano Mario David, que cae aturdido. Es el 2 de junio de 1962, la selección chilena juega contra Italia durante el campeonato mundial. Se acerca Segio Navarro, a ver si el italiano está simulando, pero está de verdad lona. Llega Luis Eyzaguirre a echar la aniñada a los rivales, el juez Aston le consulta al guardalíneas, el mexicano Fernando Buergo, y éste en un gesto de solidaridad latinoamericana le informa que no ha pasado nada. “Antes de salir a jugar, Leonel se vendaba los pies y también la mano izquierda” comentaría después Jorge Toro.
Y detrás de todo el escándalo que hasta el día de hoy se comenta, estaban las enseñanzas de un padre a su hijo, y lo bien que éste las aprendió.

(Nota: El autor agradece la invaluable ayuda de los administradores de la página “Boxeo Chileno” de Facebook, que aportaron casi la totalidad de la información que aquí se presenta. https://es-es.facebook.com/pages/Boxeo-Chileno/391567800921329 )


x

Comentarios

Entradas populares