Patio de Chacales
La película de Diego Figueroa nos sumerge en un pasado opresivo, apretado y sin perspectivas, de pieles resecas, donde la vida es mejor vivirla en silencio. Sin decirlo, los chilenos entendemos con claridad qué está pasando, aunque en su época gran parte de la población eligió taparse los oídos y no saber qué ocurría, no escuchar los gritos en la casa del lado.
Y es que esta obra nos muestra eso, lo ocurrido fue una pesadilla gobernada por una banda de sádicos dementes, con la República agonizando. Sobre eso está construido el Chile actual. La dictadura fue una larga película de terror, aunque, como hemos sabido por testigos, la realidad siempre fue mucho peor.
Dentro de este ambiente onírico con aires Lyncheanos (se grabó antes que David Lynch muriera, ojo), hay varios elementos destacables, como su coherencia visual, lo bien que el elenco lleva el peso de la historia (y de la Historia) y, sobre todo, la notable dirección de arte de Karla Molina, la que no cae en la tentación de llenar el cuadro con referencias setenteras para hipsters, sino que utiliza los elementos mínimos necesarios y agrega detalles como azulejos sueltos, paredes mal pintadas o muebles desvencijados.
¿Otra película más sobre la dictadura? No sé, en ningún momento se hacen declamaciones políticas o se menciona directamente el tema. Además, aunque no parezca, el cine chileno habla bastante más de otros temas que de la dictadura (ver acá y acá) así que difícilmente se trate de "otra más", y este filme se aproxima más al género de suspenso. Figueroa da un giro interesante al armar una historia sobre la serie de horrores que fue esa época. No es una película que llame a salir del cine enarbolando banderas rojas y con el puño en alto (aunque tiene una leve brisa optimista) y sí a quedarte un rato en el asiento, en silencio, mientras ves pasar los créditos finales.
"Patio de Chacales" es una película que nos muestra, sin mostrar, el horror y terror de la dictadura, para que sepamos qué es lo que fue esa época que muchos aún celebran abiertamente. Pero más que eso, una correcta reflexión sobre la (in)capacidad del cine de reflejar situaciones extremas de la vida.
Un último detalle: no es frecuente que el cine chileno se cite a sí mismo, pero en "Patio de chacales" me pareció ver una escena homenaje a "Imagen latente", de Pablo Perelman.
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